Cuatro días de camino
llevan María y José,
y los Santos Peregrinos
ya están llegando a Belén.
Vienen cansados,
y desfallecen
de tanto andado.
Nadie le ofrece posada
ni techo en que cobijarse;
hay una fuerte nevada
y el parto va a presentarse.
Ven un pesebre,
y en él se meten
por guarecerse.
José le dice a la Virgen:
descansa aquí, esposa mía,
que mañana seguiremos
en cuanto amanezca el día.
Porque es tu seno,
cofre sagrado,
de gracia lleno.
El viento sigue soplando
y, fuera, nieva que nieva;
se va acercando el momento
que el Arcángel predijera.
Y la Doncella,
alumbra a Dios
en la Nochebuena.
Qué gloria derrama el Niño
y qué dulzura María;
los mira el Santo Varón
con el alma enternecida.
Que el corazón
se le desborda
de tanto amor.
¡Venid de los cuatro puntos,
y de todos los confines!
¡Venid a adorar al Niño,
ángeles y serafines!
¡Venid pastores!
¡Venid deprisa,
a darle amores!
Entre una mula y un buey,
el mejor de los nacidos,
el Niño Dios, hecho hombre,
está llorando de frío.
Que el Redentor,
padece como hombre
aunque sea Dios.
San José lo está meciendo
para su llanto calmar,
mientras la Virgen María
lo arrulla con un cantar.
¡Rey Celestial,
Jesús bendito,
no llores más!
Carmen Aguirre
Publicado en el nº !!! de Poesía de Navidad:
Ciudad de Melilla
miércoles, 26 de diciembre de 2007
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