Traigo las manos llenas de esperanzas
y la piel dispuesta a las caricias.
Hay mil constelaciones brillándome en los ojos,
y el alma está impaciente por gastar la ternura.
Ordenaré a la brisa que renueve tu amor;
y dentro de mi mar,
siempre hallarás un hueco.
Conseguiré que el reloj se nos pare
a los dos, justo a la misma hora...
y habrá muchas más cosas que esperar.
Te ayudaré a encontrar esa línea directa,
que va de corazón a corazón,
y seré tu presente
para que, así, no sientas las ausencias.
Haré que tu memoria se prenda de la mía,
y que el amor te duela
hasta hacerte sentir que aún estás vivo.
Compartiré mi vida con la tuya
sin medir la distancia:
la nada será todo.
Por eso, porque te quiero,
intentaré sacarte de la apatía
en cada espacio y en cada minuto
que el tiempo y la ocasión nos depare.
Carmen Aguirre
6-9-2007
sábado, 8 de septiembre de 2007
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