mi compañero en las noches de insomnio.
Eres mi amante, mi ángel y demonio,
mi sed, mi agua, mi fuego y mi torrente.
En tus redes me tienes atrapada,
envuelta entre la niebla de tu beso;
tan grande es la pasión que te profeso,
que me quedo en tus aires, abrasada.
Yo te acerco a mis labios y te aspiro
para que calmes mi ansiedad, latente.
Te me adentras irremisiblemente
y, yo al sentirte en mí, de ardor expiro.
Compañero de mis horas vacías,
acompañante fiel –rubio de trigo–,
siempre dispuesto a quemarte conmigo
mañana, tarde, noche, y día a día.
Nunca te dejaré, ¡oh, amado mío!,
prendida voy de ti, tan dulcemente,
que me da igual que el resto de la gente
me condenen por este desvarío.
A nuestro amor no pongo cortapisa;
si tanto tú me das, ¡qué importa nada!...
Me moriré contigo, a ti abrazada,
fundida mi ceniza en tu ceniza.
Carmen Aguirre
Publicado en el nº 7 de la colección "Variaciones"
Diciembre de 2005
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