lunes, 16 de junio de 2008

A UNA BARCA VARADA

En el jardín de mi pueblo
está una barca varada,
por amarras de cemento
a la tierra encadenada.
Sin remos y sin velamen
suspira mirando al agua,
pensando en tiempos pasados,
toda llena de nostalgia.
¡Yo sé bien por lo que gimes!,
¡sé bien tu desesperanza!,
sé que mueres por la mar,
por surcar las verdes aguas.
Me acuerdo que, no hace mucho,
por caminos esmeraldas,
cruzaba veloz los mares
como yegua desbocada.
¡La borda de azul y oro!,
¡la vela hinchada y gallarda!,
¡las redes entretejidas
con alamares de plata!
Qué bonita estaba entonces,
¡qué garbo tenía la barca!
impregnada de salitre,
¡vestida de espuma blanca!;
iba dejando a su paso
estelas de filigrana
y un cabrilleo de estrellas
entre el cristal de las aguas.
Qué Pena siento en el alma
al verte ahora encadenada;
seca de tantos olvidos,
¡preñada sólo de lágrimas!
Te juro que sacaré
las fuerzas que a ti te faltan,
y arrancándote de cuajo
las amarras que te atan…
te arrastraré hacia la mar,
¡te daré velas de nácar!
un timón hecho de luz
y unos remos de esperanza.
Desecha la timidez
¡y abre con la quilla el agua!,
hunde los remos en ella
y bésala enamorada.
Que el viento te lleve lejos,
hacia nuevas alboradas,
piérdete en el horizonte
como el sol tras las montañas.
¡Rema y no mires atrás!
¡no vuelvas nunca a esta playa!,
que te está aguardando un lecho
de caracolas y algas,
donde te arrullen sirenas
con cantos de madrugada,
y los luceros se duerman…
ya por siempre en tus entrañas.

Carmen Aguirre

1º premio del Certamen de Poesía Ábrego"
Ayuntamiento del Rincón de la Victoria 2006